jueves, 27 de septiembre de 2007
El Dragó y la Botella
Cuando uno no sabe qué escribir o tiene poco tiempo para hacerlo (en mi caso, ambas cosas), lo que suele hacer es copiar o poner un tubito. Como esto segundo ya lo hice en el post anterior, aquí os va un post publicado por César Calderón en su blog NetoRatón 2.0.

(El texto tiene una licencia Creative Commons que prohíbe alterarlo o transformarlo, así que, por respeto a los deseos del autor, os lo copio entero.)



Sanchez Dragó reconoce que le escriben los libros (video)

Guardado en: Aznaradas — Cesar a las 1:35 pm el Miércoles, Septiembre 26, 2007

Me envía un grupo de trabajadore de Telemadrid un video nunca emitido y que no tiene desperdicio. Pertenece a la grabación de uno de los informativos que dirige el famoso escritor, poeta, filósofo y visionario liberal, Sanchez Dragó.
Es un video que nunca se emitió y nunca se emitirá, ya que recoge momentos previos a una entrevista.
En él podemos ver al señor Sanchez Dragó, muy ufano, haciéndole la pelota inmisericordemente a Ana Botella, concejala y sufriente consorte de nuestro líder cósmico, a quien también pelotea “in absentia” ( por si acaso)..

Y lo más divertido, es que reconoce que su último libro, que firma con su nombre, no lo ha escrito él, sino un “negro” de esos, de los que tanto sabe su amigo el Omniólogo Vidal. Les dejo con el video.


zarevitz | 11:08   ||  
martes, 11 de septiembre de 2007
Angela
En su momento, pensamos si merecía la pena acercarnos a Falcon Crest, teniendo en cuenta los pocos días que estábamos en San Francisco y que realmente no sabíamos siquiera si estaría abierto al público. Además, ya habíamos estado en la mansión de Embrujadas, con lo que la cuota friki televisiva quedaba cubierta de algún modo.



Brindo por ti, Jane Wyman.

zarevitz | 17:13   ||  
sábado, 8 de septiembre de 2007
En casa
Ya estamos en casa. El viernes 7 de septiembre ha sido un día perdido en nuestras vidas: cogimos el avión pronto por la mañana y, cuando hemos terminado los vuelos, ya era sábado. :-(

Las maletas siguen en Chicago. El vuelo que llegaba de San Francisco iba con retraso (porque las tormentas de Chicago no permitían aterrizar) y, cuando por fin lo hemos conseguido, el vuelo de Chicago a Madrid estaba a punto de despegar, con lo que hemos tenido que ir corriendo —literalmente— por la terminal del aeropuerto hasta la nueva puerta de embarque. Las maletas, sin embargo, no han tenido patas tan largas y se han quedado allí. Teóricamente, nos las dan mañana...

En fin. Dicen que un viaje se disfruta tres: cuando se planea, cuando se realiza y cuando se recuerda. Hoy hemos terminado la fase dos, pero nos queda mucho que disfrutar aún. Tengo idea de publicar alguna fotillo en el blog, pero no sé si hacerlo en cada post respectivo (es decir, editándolo para añadir las fotos) o bien dejar los posts originales tal cual los escribí —con todo su sabor de road blogging :-) — y poner las ilustraciones en posts nuevos. Probablemente haga esto último.

Gracias a todos por el seguimiento sin precedentes que ha tenido el blog estos días. Hoy, cuando he hablado por teléfono con mi hermana un segundo para decirle que hemos llegado bien, me he dado cuenta que no tengo mucho más que contarle que no haya leído en el blog. O sí, jejeje... no os libraréis tan fácilmente y los que hayáis sufrido mis repasos de fotos de viaje en otras ocasiones sabéis a qué ateneros. :-D

Besos a todos.

zarevitz | 21:12   ||  
viernes, 7 de septiembre de 2007
Muelle y Alcatraz (SF ep. 3)
Ayer pasamos el día en el muelle, el Fisherman's Wharf. Para llegar, cogimos el tranvía que hay para turistas y volvimos a subir y bajar por las famosas cuestas.

Lo de la "ola de calor" fue un bulo. Ayer se cumplió eso que dicen de que hay dos tipos de invierno: el invierno, y el verano de San Francisco.

Desde el puerto, se veía la ciudad entre la niebla. Los edificios altos (alguno hay, aunque no es Nueva York) se metían entre las nubes y no permitían sacar una foto decente, o al menos típica, de la ciudad.

En el muelle, además, hacía más frío por culpa de la brisa. El trayecto en tranvía lo hicimos de pie, por fuera, agarrados a la barandilla, y no sé si sería por la emoción o qué (era como una montaña rusa urbana), pero no pasé frío. Ahora, al llegar al mar, me tuve que poner el polar.

Las casas por esa zona y por el camino en tranvía también son bajas y bonitas. La zona del muelle lo que tiene son tiendas de souvenires y, en uno de los muelles, el conocido Pier 39, un conjunto bastante cuidado de tiendas y restaurantes, con pasarelas de madera y centros de flores.

Pero lo más llamativo del Pier son las focas (o leones marinos, que no sé si es lo mismo) que viven allí. Habría unas cien, tumbadas en plataformas grandes de madera, a veces todas amontonadas, pero otras veces sólo una que defendía su posesión impidiendo que otras subieran.

Estuvimos un buen rato paseando por el Pier y las demás tiendas del muelle, y comimos en un restaurante de cara a las focas.

Por la tarde, fuimos a Alcatraz. Llevábamos las entradas compradas desde España por Internet (nos habían dicho que era prácticamente imprescindible, porque si no, se acaban) y no tuvimos ningún problema.

El ferry a la isla dura diez minutos. Lo bonito habría sido ir en cubierta, pero el frío nos hizo quedarnos dentro. Más que la temperatura baja, era el viento lo que daba una sensación de frío muy desagradable.

Cogimos el tour nocturno porque tiene buena prensa en los foros y, aunque no sé cómo son los otros (se puede ir desde pronto por la mañana), este merece la pena de verdad.

Te dan unos auriculares, si quieres en español, y con una grabación vas haciendo el recorrido por la prisión, con explicación de cómo vivían los presos, los guardas y sus familias, los motines que hubo, presos famosos, intentos de huida, etc.

Tres horas después de haber salido del puerto, ya estábamos de vuelta y, para volver al hotel, cogimos de nuevo el tranvía turístico. Dimos una vuelta final por la zona de Union Square y nos volvimos al hotel a hacer las maletas.

Y hoy a las 5:00, arriba. En principio, el vuelo era San Francisco-Chicago-Barcelona. Ahora nos hemos enterado de que, entre Chicago y Barcelona, pararemos y cambiaremos de avión en Madrid, aunque el vuelo no cambiará de número.

En fin, ahora sí que sí, nos despedimos, quizá hasta llegar a Barcelona.

zarevitz | 17:58   ||  
jueves, 6 de septiembre de 2007
Castro y Union Square (SF ep. 2)
Ayer volvimos un ratito a Chinatown, a comprar algunos regalos. En el post anterior se me olvidó contaros que, además de la calle china de verdad (Stockton Street), vimos también la calle de los souvenires chinos (Grant Street), al estilo de la parte de Chinatown que vimos en Nueva York; cuántos días hace de aquello, verdad?

Bueno, después de esas compras de rigor, nos fuimos a Castro, el barrio gay de San Francisco. :-) Como queda un poco apartado de donde tenemos el hotel, cogimos un tranvía, pero no uno de los típicos que suben cuestas, que son para turistas (eso toca hoy), sino uno "normal" que coge la gente como si fuese el autobús.

Castro es un barrio de casas bajas, de madera, individuales, generalmente de dos plantas y, como el resto de San Francisco, tiene sus buenas cuestas. Estuvimos paseando por lo que nos pareció el centro de todo aquello, evitando subir cuestas. Por cierto, la temperatura de ayer fue perfecta: algo de calor al sol, y fresco a la sombra o cuando soplaba el viento.

El barrio está lleno de banderas del arco iris, y muchas tiendas también son de temática gay. Así y todo, quizá porque, al ser de casas bajas, el barrio es más extenso, nos pareció menos concentrado que Chueca (aparte de infinitamente más limpio y bonito). También hay que decir que lo visitamos un miércoles de septiembre, entre tres y seis de la tarde, no un sábado de verano por la noche, por lo que es normal que hubiera poca gente.

Hicimos unas compras, estuvimos tomando algo en una terraza llena de plantas y flores, y volvimos poco a poco al centro, dando un paseo. Sin cuestas apenas, fue una tiradilla pero con una temperatura cada vez más fresca, aunque sin que hiciera falta el jersey. Nos dijeron que ayer y hoy habrá una especie de "ola de calor", lo que significa que no será necesario abrigarse por la tarde. :-)

Volvimos al centro y dimos una vuelta por la zona del hotel. Union Square es la plaza que tenemos delante y, justo cuando salimos, estaban poniendo música de rock & roll y había una veintena de parejas bailando, bastante bien, por cierto. Por lo visto, organizan este baile en la plaza una vez al mes. Nos quedamos hasta que terminaron y luego fuimos a cenar a un local ambientado en los años 50. Parecía un buen plan y, de hecho, la decoración estaba lograda, pero la comida no valió la pena, así que no lo recomendamos.

Hoy es el último día en San Francisco y el último del viaje (mañana, el regreso), así que a ver cómo lo despedimos.

zarevitz | 20:05   ||  
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Sausalito y Chinatown (SF ep. 1)
Esta mañana hemos aprovechado el coche y nos hemos ido a Sausalito, un pueblecito que hay en el otro lado de la bahía de San Francisco.

Parecía que iba a hacer un tiempo regular, porque ha amanecido con niebla, pero al mediodía ya lucía fuerte el sol (aunque por la sombra se pasaba fresco).

Hemos cruzado el Golden Gate (otra vez, como tantas veces en este viaje, ha sido como de película) y justo hemos llegado. El pueblo no tiene nada: son unos chalets sencillos, de madera, a veces poco cuidados, que salpican la ladera de la montaña, todo lleno de árboles; francamente bonito. Y abajo está el puerto deportivo, muy muy sencillo, con pasarelas de madera, en ocasiones estropeadas, y con barcos pequeños. Vamos, lo más alejado de Puerto Banús y similares que podáis pensar.

Habremos estado paseando por allí un par de horas, o tres, y luego nos hemos venido al centro a devolver el coche a Hertz. Al final, ha salido algo más barato de lo que me habían presupuestado en España, y el rasponazo del coche estaba cubierto por el seguro (nunca lo dudé, pero siempre te quedas con la cosa); y nada, todo muy bien.

La tarde la hemos pasado en Chinatown. Primero, hemos visto una calle de verdad china, con tiendas para chinos, con sus verduras, pescado, etc. Dos curiosidades: venden muchos alimentos secos (verduras, setas, pescado y otras "cosas" que no he sabido reconocer) y, en las pescaderías, tienen algunos peces vivos en baldes con agua y los ves nadar; supongo que más fresco, imposible.

Hemos cenado en un chino allí mismo y, bueno, como de todos los chinos, no he salido entusiasmado con la comida. No tenían pan chino, ni rollitos de primavera, ni helado frito, eso sí, nos han dado galletas de la suerte, de las que llevan un mensaje dentro. :-D

Al ir a pagar la cena, hemos tenido el primer incidente del viaje: resulta que, al sacar dinero de un cajero al lado del hotel (serían las cinco de la tarde), me he dejado olvidada la tarjeta. :-S Hemos vuelto al cajero, por si la habían dejado allí, pero no, no estaba. Como en la recepción del hotel tenemos un ordenador por Internet, he entrado en la cuenta del banco y, aparentemente, no se ha hecho ningún cargo, y eso que sí aparece que he sacado dinero. Así que creo que no me han robado nada. He intentado bloquear la tarjeta desde la web, pero me pedía un código que tengo en Barcelona, así que, como era aún madrugada en España y no quería dejar pasar un minuto más esperando a que dieran las ocho y media allí, he entrado en la web de Mastercard y he consultado su número para emergencias (un número gratuito, por cierto) y de la misma he llamado; en cosa de veinte minutos, y después de pasarme con un representante del banco en España, la tarjeta está bloqueada.

Afortunadamente, ha sido la tarjeta que, a partir de ahora, era poco importante, pero que lo ha sido mucho durante el viaje porque con ella hemos pagado la gasolina y las comidas, reservando así la tarjeta Visa para los hoteles. Ahora ya no tiene sentido esa distinción, así que perder esa tarjeta a tres días de coger el avión de vuelta no es ni siquiera un contratiempo.

En fin, con este pequeño incidente cerramos el primer día en San Francisco. Mañana, más. Por cierto, buenos días allí; yo me voy a dormir que es medianoche ya.

Besos a todos.

zarevitz | 09:01   ||  
martes, 4 de septiembre de 2007
Qué frío en San Francisco
Viniendo de entre 90• y 100• F, estar ahora a 65• da una impresión... Ahora mismo saco el jersey; por si acaso, también he traído el polar. :-)

zarevitz | 04:18   ||  
Nueces de California
Realmente no son nogales, sino almendros, pero es lo que nos estamos encontrando a los lados de la autopista después de haber dejado los viñedos.

zarevitz | 01:01   ||  
Lujo y fantasía
Las Vegas es, fundamentalmente, una calle: el Strip. Salimos del motel a las seis de la tarde y, en 10 minutos andando, ya estábamos allí.

Lo primero que vimos (desde fuera) fue el hotel "New York, New York", formado por un conjunto de edificios que recrean Nueva York: Estatua de la Libertad, Empire State, Chrysler, Torres Gemelas... Hicimos también una visita rápida, de pasada, al MGM Grand, el hotel de la Metro Goldwyn Mayer, que por dentro imita una selva, con cocodrilos, serpientes, pájaros y mariposas articulados que se mueven. Allí vimos nuestro primer casino, pero como digo pasamos de largo atravesándolo sin más.

Fuimos después a una tienda de souvenires que, en la puerta, tenía un cartel del Gran Cañón y, como justo veníamos de allí, entramos a ver. Nuestra sorpresa fue ver que el suelo y las paredes estaban decorados imitando el fondo del gran cañón, con puentes de cuerdas incluidos, tipo Indiana Jones. :-) Nos llamó mucho la atención entonces, sin imaginarnos lo que nos encontraríamos después...

De ahí seguimos por el Strip, con un solazo y un calor tales que se caían las moscas. Durante todo el camino, cada cinco metros alguien te ofrece tarjetas de prostitutas.

Entramos en el Miracle Mile Shop, un centro comercial inmenso, con aire acondicionado. :-) Dentro del centro comercial, nos encontramos que íbamos paseando, primero, por un pueblo medieval y, después, por un pueblo árabe, al estilo de las Mil y una noches. El suelo estaba adoquinado, las tiendas imitaban fachadas de edificios y el techo estaba pintado como si fuese el cielo, iluminado con luz de tarde. Era precioso. Mi santo se acordó de mi madre y de lo que disfrutarían juntos en tantas tiendas, tan variadas; también pensamos en lo que sufriría mi padre. ;-)

Cuando salimos ya era de noche y, como el Strip era tan inmenso y sólo teníamos esa noche, decidimos qué tres hoteles visitar por dentro.

Empezamos por el Bellagio. (Antes, comentar que, en la acera de enfrente, está "París", con su Torre Eiffel, Arco de Triunfo, Opera, Hôtel de Ville..., casi a tamaño natural; increíble.) Delante del Bellagio hay un estanque con chorros de agua que se mueven al son de la música.

En la entrada y en el interior del hotel rebosaba el lujo: nada más atravesar el vestíbulo decorado con enormes flores de vidrio coloreado en el techo, llegamos a un invernadero con flores naturales, preciosas y en perfecto estado (ni una hoja marchita), fuentes que bailaban con la música, la fuente-cascada de chocolate más alta del mundo, un obelisco de nácar... Verdaderamente desbordante de lujo. Nos marchamos pronto, dejando atrás las tiendas del hotel (Chanel, Dior, Hermés), porque queríamos ver el hotel famoso por sus pinturas y trampantojos y, aunque el Bellagio algo tenía (la típica cúpula de cielo y guirnaldas), no era el que andábamos buscando.

Seguidamente entramos al Caesar's Palace, un hotel decorado al estilo romano. En su Coliseo (un edificio adjunto con forma del de Roma), Celine Dion actuaba esa noche. El hotel era también muy lujoso, y las columnas y paneles eran imitaciones de mármol de Amarillo de Siena que, a juicio de los que entienden :-), estaban maravillosamente bien pintadas, no así tanto las columnas de Portor que había en el exterior (aunque a lo lejos daban el pego). Nos fuimos enseguida, sin entrar al casino ni al shopping forum, porque tampoco era nuestro hotel.

Así que enfilamos hacia The Venetian. De camino pasamos por el Mirage, que tiene delante un juego de cascadas, enorme y con sonido de pájaritos; alucinante.

The Venetian es un hotel que replica la ciudad de Venecia. La entrada donde las limusinas dejan a los huéspedes tiene un techo enorme decorado con pinturas dentro de marcos dorados y barrocos. El vestíbulo era igualmente impresionante, y los pasillos que llevaban al casino estaban decorados, como buscábamos, con pinturas y falsas molduras y mármoles; pero eso era sólo el aperitivo. En el vestíbulo del casino, el techo estaba decorado con muchos cuadros enmarcados en oro y, de cada uno de ellos, colgaba una lámpara gigantesca. De ahí fuimos al siguiente piso y, según subíamos por la escalera, apareció ante nosotros el techo pintado de la forma más impresionante que os podáis imaginar, como en la propia Italia, con un gigantesco motivo principal de la coronación de una reina por un ángel, con la corte presenciando el acto, todo ello enmarcado de nuevo en oro y rodeado de otras pinturas con motivos clásicos.

En esa zona empezaron ya las tiendas. Fuimos avanzando y nos encontramos, como en el Miracle Mile, dentro de la propia ciudad de Venecia: suelo empedrado y fachadas venecianas, hasta llegar a la plaza de San Marcos, con sus puentes y góndolas que navegaban por un canal de agua que te llevaban incluso por fuera de hotel!!! La plaza era enorme y su techo era una gigantesca imitación del cielo de la tarde, tan bien iluminado que parecía real y daba sensación de jetlag (recordemos que serían las diez de la noche). La temperatura era muy agradable y, en la plaza, tocaban unos músicos.

Era todo una fantasía. Estuvimos allí un buen rato disfrutando de aquella "Venecia", situada dentro del hotel de una ciudad, Las Vegas, que está en medio del desierto. Nos fuimos únicamente porque estábamos cansado de todo el día de viaje.

Para salir tuvimos que atravesar otra vez el casino y nos detuvimos en las mesas de black jack, poker, ruleta, tragaperras... Fuimos a jugar unos dólares en las tragaperras (en las otras mesas no me atreví; me pareció todo muy profesional), pero incluso para eso había que sacar una tarjeta especial; así que pasamos de largo. En el mismo casino había un apartado, como si fuese un café-teatro (por describirlo de alguna manera), donde actuaba el "mismísimo" Elvis. :-D Hubo una pareja que incluso saltó al pie del escenario a bailar rock & roll.

De vuelta para el motel, pasamos por delante del famoso casino Flamingo y, más adelante, vimos desde fuera los hoteles Excalibur (con forma de castillo de cuento) y Luxor (con forma de pirámide, decorado al estilo egipcio).

Habríamos necesitado al menos una semana para visitar los hoteles, casinos y tiendas más importantes de Las Vegas. En una noche, nos llevamos la impresión que os hemos contado.

zarevitz | 01:01   ||  
lunes, 3 de septiembre de 2007
4.000 millas
Esto es lo que llevamos recorrido. Yo habré conducido algo así como el 10%. :-)

Estoy feliz.

Nos rodean viñedos a lo largo del camino.

Besos a todos.

zarevitz | 22:47   ||  
Sunset Boulevard
Acabamos de llegar de la mansión de Embrujadas. :-)

Queríamos haber visto la puesta de sol desde el parque Griffith, pero estaba cortado el paso por la policía y nos hemos tenido que conformar con verlo desde la carretera.

La tarde la hemos pasado en Berverly Hills; primero, por Rodeo Drive viendo las tiendas tipo 5a Avenida y, después, paseando en coche por las calles viendo mansiones. Realmente casi no hemos visto mansiones, sino más bien chalets buenos, pero como los que te puedes encontrar en otros sitios, no las supercasas de las estrellas que esperábamos. Casas más o menos de este tipo las hemos visto más tarde de camino al parque, en el barrio de Los Feliz.

Por la mañana, nos hemos quedado en Hollywood, donde tenemos el motel (muy bien situado). Hemos recorrido el Paseo de la Fama (Walk of Fame) de Hollywood Boulevard, donde las aceras está repletas de estrellas con el nombre de actores famosos dentro. Delante del Teatro Chino es donde los actores dejan la huella de sus manos y pies, y hemos aprovechado para sacarnos unas fotos. :-) También hemos visitado el teatro por dentro, en una visita guiada (merece la pena).

Estar en Hollywood tiene el que te encuentras gente "rara" por la calle, y las tiendas están volcadas con los souvenires cinematográficos. Me sé más de uno que difrutaría muchísimo y se llevaría un cargamento de cachivaches. :-)

Ayer por la tarde, después de dejar las cosas en el motel, nos fuimos a la playa a Santa Mónica y, sí, vimos el Pacífico, por fin, y nos bañamos. Después estuvimos paseando por el muelle.

Aunque queda San Francisco, hacia donde salimos mañana, el viaje ya ha llegado de costa a costa; misión cumplida. :-))

Mañana, camino de San Franciso, espero poder contaros los que fue nuestra visita a Las Vegas, breve pero intensa.

zarevitz | 00:57   ||  
sábado, 1 de septiembre de 2007
HOLLYWOOD
Así de grandes se ven las letras.

:-)

zarevitz | 22:01   ||  
El Gran Cañón del Colorado
El Gran Cañón es un gigantesco tajo en el suelo que han ido haciendo el río Colorado y sus afluentes a lo largo de millones de años. El cañón se puede visitar por la ribera norte (cerrada la mayor parte del año por las nevadas) o por la ribera sur, más preparado para los turistas. Ha sido la ribera sur (South Rim) lo que hemos visitado nosotros.

A diferencia de Monument Valley, el Gran Cañón es un parque muy verde, todo lleno de pinos. Aquí, además de lo que es ver el cañón, se pueden realizar muchas otras actividades, como acampada, trekking, excursiones en mula, etc.

Otra diferencia es que, salvo que te metas a hacer una ruta por el cañón en plan senderismo, la visita tranquila y normal es ver el cañón desde arriba, desde la "barandilla".

La barandilla tiene varios kilómetros y, aunque teóricamente se pueden recorrer a pie, hay unos autobuses gratuitos que llevan a los turistillas como nosotros de mirador en mirador; te bajas en la parada que quieres y, cuando quieres seguir, coges el primer autobús que pase.

Lo que hicimos fue, por la mañana, ver la parte occidental del cañón en autobús por nuestra cuenta. Hicimos el recorrido, parando en todos los miradores, hasta el punto más extremo, Hermit's Rest, y de allí volvimos directamente al motel.

Después de comer, contratamos una excursión con guía por la parte oriental, que nos llevó por miradores, incluyendo una torre vigía bastante espectacular, hasta la puesta de sol. La pena es que, para la puesta de sol, justo se nubló el cielo, que hasta entonces había estado todo azul (con mucho sol pero sin demasiado calor), y no pudimos ver el cañón con los colores rojizos del atardecer.

Los dos recorridos, el de la mañana y el de la tarde, valieron mucho la pena. Lo que sucede con el Gran Cañón es que, al contrario de lo que pasa en Monument Valley, en la visita de un día no entras en la maravilla que estás viendo, sino que te quedas en la barandilla. Mi santo dice que, además, aunque valle y cañón son diferentes, el primero que veas será el que más impresión te deje, y que al segundo irás ya menos impresionable.

Sea por lo que sea, lo cierto es que a los dos nos ha llegado más Monument Valley, lo hemos vivido más, a pesar de que, a priori y desde todos los puntos de vista, el Gran Cañón sea más impactante. Por más fotos que veas y por más que te cuenten, hasta que no lo ves en persona no te puedes hacer idea de lo gigantesco que es.

zarevitz | 22:01   ||  
110• F
Estamos a 110• F, que no sé ni cuántos grados centígrados son.

Ayer cruzamos el desierto que lleva a Las Vegas y hoy, de camino a Los Angeles, tenemos otro igual, de cactus y arena.

Qué calor. Menos mal que llevamos aire acondicionado. :-)

zarevitz | 22:01   ||  
Monument Valley
Llegamos a Monument Valley al atardecer. Por el camino disfrutamos de una puesta de sol preciosa sobre el valle que tantas veces hemos visto en las películas del oeste: paisaje desértico con enormes moles de piedra separadas unas de otras.

Nos alojamos en Gouldings, el mejor hotel o motel en el que hemos estado hasta ahora. Todas las habitaciones, incluida la nuestra, tenían su balcón particular (nadie puede ver al vecino) con vistas inmejorables sobre el valle. El completo de habitaciones, restaurante, etc., está muy integrado en el paisaje y todo el personal que te atiende es navajo.

La primera noche cenamos en Mexican Hat, un pueblo a 20 millas de distancia, por el que pasamos al venir, que está cerca de una roca alargada hacia arriba, coronada por otra en horizontal y en equilibrio, que se asemeja a un sombrero mexicano (de ahí el nombre).

Además de que la carne era fantástica, el encanto del restaurante Mexican Hat Lodge está en que la parrilla gigantesca sobre la que te hacen el chuletón se balancea como si fuese un columpio y el cocinero va dándole vueltas con un poco de espectáculo. Ya veréis el vídeo.

En Gouldings contratamos dos excursiones: una de día completo y otra para la noche de luna llena.

Las excursiones se hacen en un vehículo formado por una cabina de camioneta, donde va el guía navajo, y un remolque para los turistas, tipo autobús pero sin ventanas. Mi santo me dice que es lo que se viene a llamar "guagua".

La excursión de día completo comenzó con la visita a Lucy. Es una india navajo que te está esperando en un "hogan", una casa típica navajo, con forma de iglú, pero de tierra por fuera y troncos entrelazados por dentro. Ella está hilando lana y tejiéndola en un telar, a la forma tradicional. También muestra cómo se vivía en esa casa.

Después fuimos a Mistery Valley, que está pegado a Monument Valley. Allí las piedras están más juntas y son redondeadas. Paramos varias veces a pasear con el guía por las rocas, en ocasiones trepando un poco y con algún rasponazo por mi parte. En unas cuevas, pudimos ver ruinas de los anasazi, pueblo indio que desapareció y aún hoy se desconocen los motivos.

Al mediodía, en una zona con mesas, comimos unas hamburguesas preparadas por el guía en una parrilla, donde también hizo café en una cafetera de metal tipo película del oeste.

La tarde la pasamos en Monument Valley. Primero, nos llevó al centro de visitantes, que ofrece una vista panorámica, y después entramos en el propio valle.

El recorrido entre los "monumentos" te hace sentir dentro de una película de vaqueros. Hicimos varias paradas por todo el camino, para ver puntos panorámicos y arcos y agujeros formados por las rocas.

Es conveniente hacer la visita con guía, porque, además de conocer los sitios y darte explicaciones sobre la historia de cada punto, sólo los guías pueden entrar por ciertos caminos prohibidos para los vehículos particulares.

La sensación, como digo, es la de estar en una película de John Wayne. De hecho, en Mexican Hat Lodge tienen fotos suyas decorando el local, y en Gouldings tiene un museo suyo y sobre las películas de John Ford. No en vano, fue el señor Gouldings quien convenció a Ford para rodar aquí sus westerns.

Regresamos al motel a las 17:00, aprovechamos para descansar y comer algo, y a las 19:30 comenzamos la excursión de la luna llena (Full Moon Tour).

La noche del 28 de agosto había luna llena y nosotros esperábamos una experiencia espectacular. Sin embargo, a pesar de que fue agradable, realmente no mereció la pena. El cielo estaba totalmente despejado y la luna brillaba, pero los monumentos no se veían nada bien; siluetas y poco más.

Llegamos motel agotados por lo ajetreado del día. A pesar del sueño, a las 6:45 salimos al balcón para ver el amanecer. Fue bonito de verdad. Os recomiendo muy vivamente que, cuando vayáis a Monument Valley, os alojéis en Gouldings. Es más caro que otras opciones, pero lo vale verdaderamente.

zarevitz | 22:01   ||  
Las Vegas
Estamos llegando a Las Vegas y recuperamos la cobertura.

Tenemos por escribir los posts sobre dos platos fuertes: Monument Valley y el Gran Cañón. Ambos lugares han sido preciosos, con sus diferencias, que ya os contaremos.

Supongo que no perderemos la cobertura en lo que queda de viaje.

Aquí son las 16:10 y nos vamos a ver hoteles y casinos. Deseadnos suerte!!

zarevitz | 01:01   ||  
Nueva York (episodio 2)
El segundo día de Nueva York nos levantamos pronto también para ir a ver la Estatua de la Libertad.

Las entradas a la Estatua las llevábamos compradas desde España y, a diferencia de las entradas del Empire State Building, éstas sí creo que es bueno llevar compradas de antemano. Las entradas realmente son dos: un billete para el ferry (si no recuerdo mas, unos 11 $) que te lleva a las islas Liberty (donde está la Estatua) y Ellis (donde paraban antiguamente los barcos con inmigrantes y donde ahora hay un museo con ese tema). La segunda entrada, la de la Estatua propiamente dicha, es gratis, pero se acaban fácilmente; al menos, eso pone por los foros y allí mismo pudimos comprobarlo (había carteles que decían que se habían agotado las entradas para ese día).

Mientras que los billetes del ferry los puedes utilizar a la hora que quieras, las entradas a la Estatua son sólo para unas horas concretas, en nuestro caso, de 10:30 a 13:30. Pero ésta es la hora para entrar a la Estatua, no para coger el ferry, por lo que te recomiendan que llegues a los ferries dos horas antes.

Otra cosa que cuentan los foros es que hay unas colas terribles y que se pasa mucho calor en las carpas que hay instaladas para los controles de seguridad. Nosotros no vivimos ni lo uno ni lo otro.

Cogimos el metro pronto hacia la estación de South Ferry, justo en la punta de abajo de Manhattan, pero por unas obras, nos hicieron salir en una estación a mitad de trayecto y hacer el resto en un autobús sustitutivo.

Al bajar, nos confundimos y entramos en la estación de ferries a Staten Island, otra isla. Para la Estatua, tuvimos que ir un poco más lejos (según miras la Estatua, más a la derecha) a un edificio bajito y antiguo que se llama Clinton Castle. Allí hay un kiosco de entradas en el medio, pero si las has comprado por Internet, el sitio para recogerlas es una ventanilla que hay, según entras, a la derecha. Fue cosa de tres minutos, sin colas ni nada.

Con las entradas, vas a la cola del ferry. No sabría decir el tiempo que estuvimos esperando, quizá una media hora, pero no se hizo nada pesado; por un lado, el cielo estaba nublado y no hacía calor y, por otro, había un hombre con peluca de colores que tocaba la guitarra y hablaba con los turistas a cambio de la voluntad. Después, los controles de seguridad fueron los normales de un aeropuerto, con escáner y arco de metales (en la Estatua fue un poco más exhaustivo, como cuento luego).

Miss Liberty fue el ferry que nos llevó. Conviene ponerse arriba y en popa, para hacer fotos bonitas con el skyline de fondo. El barco se llenó hasta arriba y las vistas que teníamos al sentarnos nos las fueron quitando los que se ponían a nuestro lado en la barandilla, por lo que nosotros también nos pusimos de pie junto a la barandilla.

Es muy emocionante ir acercándose a la Estatua de la Libertad. Es el símbolo de la ciudad y el símbolo del país y, aunque es bajita en comparación con los rascacielos que uno acaba de ver en Manhattan, cuando la ves desde abajo impresiona aún más.

En Liberty Island sólo puedes hacer dos cosas: recorrer la isla o entrar en la Estatua. Como teníamos tiempo de sobra (llegamos a la isla en torno a las 10:00), dimos una vuelta completa alrededor de la Estatua y después fuimos al punto de entrada. Primero, tuvimos que dejar la mochila en una consigna: en vez de llave, la máquina te tomaba la huella dactilar y luego te tienes que acordar de qué dedo has puesto, porque si no la consigna no se abre. :-) Después tuvimos que hacer una cola, esta vez más pesada, de más o menos una hora. El control de seguridad era más sofisticado que en otros sitios, porque además de los escáneres de metales, tienen un escáner químico (eso nos dijeron que era): se parece a un arco de metales, algo más ancho, y te salen unos soplos de aire por los costados, de cabeza a pies. Es difíl de explicar. No mancha ni huele ni nada; es sólo pasar y listo.

En la Estatua, lo que se puede visitar es el pedestal, porque, al parecer desde el 11-S, no puedes subir por la Estatua propiamente dicha (es decir, por la parte de metal, por ejemplo hasta la corona o la antorcha), por miedo a un ataque terrorista.

El pedestal tiene, por dentro, un museo sobre la Estatua, con la antorcha originaria, los planos y fotos de por qué y cómo se construyó (fue un regalo de Francia a Estados Unidos y lleva tecnología de Eiffel), y más datos interesantes. Como curiosidad, os diré que la Estatua originariamente era de color marrón, color del bronce, y que el verde pálido que tiene ahora es por el óxido. A muchos os parecerá una obviedad, pero a mí me sorprendió mucho; nunca me había parado a pensarlo y no soy capaz de imaginarme la Estatua de color del bronce; sencillamente no sería la misma. :-) Por lo visto, el arquitecto-escultor francés que la hizo quiso después cubrirla de dorado, para que brillara más, pero su idea obviamente no se llevó a la práctica.

Después del museo, subes por el pedestal hasta los pies de la Estatua. Hay varios niveles de altura y, como os podréis imaginar, uno repite las mismas fotos desde cada uno de ellos. :-))

Allí te puedes quedar el tiempo que quieras, lo mismo que por el resto de la isla. Como, aparte de ver la Estatua, la isla no ofrece nada más, nos cogimos el ferry de vuelta, que aún nos quedaba mucho Nueva York por ver. El ferry para en Ellis Island, pero pasamos de largo (no tienes ni que bajarte), y seguido nos llevó al punto de partida, en la parte baja de Manhattan.

De allí, fuimos a visitar la zona cero, el lugar donde estaban las Torres Gemelas. Más que lo que ves (ahora parece el típico solar en obras), es todo lo que te recuerda y todo lo que significa. Paso de largo sobre esto, porque todos nos acordamos y lo tenemos presente.

Lo que hicimos fue rodear la zona por la parte del World Financial Center, un centro financiero pegado a lo que fue el World Trade Center y desde el que hay unos ventanales enormes sobre la zona cero.

Continuamos nuestro camino y, con un poco de hambre ya, nos dirigimos a Chinatown. En Canal Street hay decenas y decenas de puestos de bisutería, pañuelos, zapatos, bolsos... Podría recordar a los mercadillos de los pueblos en verano, pero esto es a lo grande, en todo un barrio y en chino. :-) Nos acordamos de mi madre, que lo gozará cuando visite pronto Nueva York.

Pegados a Chinatown están el Soho y Little Italy. En una zona intermedia (yo diría que más bien Soho, pero no estoy seguro), nos paramos en una zapatería a comprar Crocs, las zapatillas de goma que lleva todo el mundo y que, la verdad sea dicha, son muy cómodas. Con nuestras Crocs en los pies, seguimos camino en busca de un sitio para comer.

Paramos en un restaurante italiano con terracita en la calle. Fue un acierto por la comida, pero, sobre todo, por lo que pudimos presenciar: justo en el límite de Little Italy, pasó una procesión religiosa, que al principio pensamos que era un carnaval. Detrás de un coche de policía que iba abriendo el paso, iba una charanga de unas veinte personas tocando la música de Rocky (la película), detrás venía una imagen de la Virgen, detrás un cura, con su casulla, portando una Sagrada Forma, detrás una imagen del Sagrado Corazon, todo forrado de billetes (de dinero) y finalmente unas cincuenta personas en procesión. Increíble.

El tiempo, que había aguantado todo el día, nos terminó fallando a media tarde y se puso a llover. Estábamos cansados de toda la mañana de ajetreo, así que nos volvimos a Times Square, la zona del hotel. Estuvimos dando una vuelta por allí (mi santo, mirando tiendas de Crocs porque las que había comprado en el Soho no le terminaban de convencer) y compramos algo de cenar para comer en la habitación.

Al día siguiente cogeríamos el coche en Hertz y saldríamos para las cataratas del Niágara, con lo que dejo enlazada la historia del viaje.

zarevitz | 01:01   ||  
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