sábado, 2 de septiembre de 2006 |
Fin de fiesta |
Esta semana final de vacaciones ha sido menos ajetreada de lo que pensaba.
Cumplí todos mis compromisos: ir a comer a casa de mis tíos (unos y otros), a casa de mi suegro, ver a mis primas las mayores, a mis primos los pequeños, a mi sobrina política, salir con mis amigos (unos pocos, al resto los vi afortunadamente en la boda), estar con mi hermana. Y todo esto sin agobios.
Este final de vacaciones ha sido muy cubano: por un lado, mi hermana ha vuelto después de un mes entero allí, como cooperante. Ha visto la desesperanza de la gente (sobre todo, la más joven) ante la situación del país y ante su propio futuro, el desánimo hecho carne, las casas derruidas, los horrores de un régimen criminal, en el que hay muchos niños desnutridos y otros se mueren de hambre, ha visto la corrupción generalizada, el mercado negro, el envilecimiento de las relaciones entre vecinos, los soplones de la policía, las detenciones injustificadas. Afortundamente, siendo española y llevando dinero ha podido ver eso y ver también naturaleza increíblemente bella y a personas que trabajan allí por ayudar a los demás a sobrevivir.
Por otro lado, mis tíos se han ido el miércoles a la Isla, pero más como fuimos nosotros, como turistas, a ver la plaza de la Catedral, la plaza de Armas, el Cañonazo, los mercadillos, el Malecón y Tropicana. La policía te da seguridad como turista, y las casas derruidas de La Habana son, digamos, decadentes, que es la única forma de ver tanta miseria y no arruinarte las vacaciones. Ellos además se van cuatro días a Varadero.
Así que entre unas cosas y otras, no hemos parado de hablar de Cuba estos días.
Pero bueno, todo se termina. Un fallo muy grande del Mediterráneo español es que el sol no se pone en el mar, sino en la tierra (al menos, mientras los astrónomos no nos cambien esto también).
Ocaso
Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El día, no queriendo morir, con garras de oro de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente, y el sol, al fin, como en soberbio lecho, hundió en las olas la dorada frente, en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido, para mi triste alma lacerada, para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada... ¡el mar amado, el mar apetecido, el mar, el mar, y no pensar nada...!
M. Machado
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zarevitz | 14:40 || |
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Es curioso que en un blog tan monárquico, le dediques espacio a Cuba ;)). De todos modos no he entendido lo de que el sol se pone en tierra, por aquí el sol se pone entre nubes de contaminación.
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Ya ziipp, pero aquí no es el mediterráneo. Aunque yo le encontraría más fallos, no solo ese, pero bueno, eso lo dejamos pa otro día...
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ziippi: en madrid se ven puestas de sol muy bellas desde las vistillas. jejeje.
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Es curioso que en un blog tan monárquico, le dediques espacio a Cuba ;)).
De todos modos no he entendido lo de que el sol se pone en tierra, por aquí el sol se pone entre nubes de contaminación.