sábado, 1 de septiembre de 2007
Nueva York (episodio 2)
El segundo día de Nueva York nos levantamos pronto también para ir a ver la Estatua de la Libertad.

Las entradas a la Estatua las llevábamos compradas desde España y, a diferencia de las entradas del Empire State Building, éstas sí creo que es bueno llevar compradas de antemano. Las entradas realmente son dos: un billete para el ferry (si no recuerdo mas, unos 11 $) que te lleva a las islas Liberty (donde está la Estatua) y Ellis (donde paraban antiguamente los barcos con inmigrantes y donde ahora hay un museo con ese tema). La segunda entrada, la de la Estatua propiamente dicha, es gratis, pero se acaban fácilmente; al menos, eso pone por los foros y allí mismo pudimos comprobarlo (había carteles que decían que se habían agotado las entradas para ese día).

Mientras que los billetes del ferry los puedes utilizar a la hora que quieras, las entradas a la Estatua son sólo para unas horas concretas, en nuestro caso, de 10:30 a 13:30. Pero ésta es la hora para entrar a la Estatua, no para coger el ferry, por lo que te recomiendan que llegues a los ferries dos horas antes.

Otra cosa que cuentan los foros es que hay unas colas terribles y que se pasa mucho calor en las carpas que hay instaladas para los controles de seguridad. Nosotros no vivimos ni lo uno ni lo otro.

Cogimos el metro pronto hacia la estación de South Ferry, justo en la punta de abajo de Manhattan, pero por unas obras, nos hicieron salir en una estación a mitad de trayecto y hacer el resto en un autobús sustitutivo.

Al bajar, nos confundimos y entramos en la estación de ferries a Staten Island, otra isla. Para la Estatua, tuvimos que ir un poco más lejos (según miras la Estatua, más a la derecha) a un edificio bajito y antiguo que se llama Clinton Castle. Allí hay un kiosco de entradas en el medio, pero si las has comprado por Internet, el sitio para recogerlas es una ventanilla que hay, según entras, a la derecha. Fue cosa de tres minutos, sin colas ni nada.

Con las entradas, vas a la cola del ferry. No sabría decir el tiempo que estuvimos esperando, quizá una media hora, pero no se hizo nada pesado; por un lado, el cielo estaba nublado y no hacía calor y, por otro, había un hombre con peluca de colores que tocaba la guitarra y hablaba con los turistas a cambio de la voluntad. Después, los controles de seguridad fueron los normales de un aeropuerto, con escáner y arco de metales (en la Estatua fue un poco más exhaustivo, como cuento luego).

Miss Liberty fue el ferry que nos llevó. Conviene ponerse arriba y en popa, para hacer fotos bonitas con el skyline de fondo. El barco se llenó hasta arriba y las vistas que teníamos al sentarnos nos las fueron quitando los que se ponían a nuestro lado en la barandilla, por lo que nosotros también nos pusimos de pie junto a la barandilla.

Es muy emocionante ir acercándose a la Estatua de la Libertad. Es el símbolo de la ciudad y el símbolo del país y, aunque es bajita en comparación con los rascacielos que uno acaba de ver en Manhattan, cuando la ves desde abajo impresiona aún más.

En Liberty Island sólo puedes hacer dos cosas: recorrer la isla o entrar en la Estatua. Como teníamos tiempo de sobra (llegamos a la isla en torno a las 10:00), dimos una vuelta completa alrededor de la Estatua y después fuimos al punto de entrada. Primero, tuvimos que dejar la mochila en una consigna: en vez de llave, la máquina te tomaba la huella dactilar y luego te tienes que acordar de qué dedo has puesto, porque si no la consigna no se abre. :-) Después tuvimos que hacer una cola, esta vez más pesada, de más o menos una hora. El control de seguridad era más sofisticado que en otros sitios, porque además de los escáneres de metales, tienen un escáner químico (eso nos dijeron que era): se parece a un arco de metales, algo más ancho, y te salen unos soplos de aire por los costados, de cabeza a pies. Es difíl de explicar. No mancha ni huele ni nada; es sólo pasar y listo.

En la Estatua, lo que se puede visitar es el pedestal, porque, al parecer desde el 11-S, no puedes subir por la Estatua propiamente dicha (es decir, por la parte de metal, por ejemplo hasta la corona o la antorcha), por miedo a un ataque terrorista.

El pedestal tiene, por dentro, un museo sobre la Estatua, con la antorcha originaria, los planos y fotos de por qué y cómo se construyó (fue un regalo de Francia a Estados Unidos y lleva tecnología de Eiffel), y más datos interesantes. Como curiosidad, os diré que la Estatua originariamente era de color marrón, color del bronce, y que el verde pálido que tiene ahora es por el óxido. A muchos os parecerá una obviedad, pero a mí me sorprendió mucho; nunca me había parado a pensarlo y no soy capaz de imaginarme la Estatua de color del bronce; sencillamente no sería la misma. :-) Por lo visto, el arquitecto-escultor francés que la hizo quiso después cubrirla de dorado, para que brillara más, pero su idea obviamente no se llevó a la práctica.

Después del museo, subes por el pedestal hasta los pies de la Estatua. Hay varios niveles de altura y, como os podréis imaginar, uno repite las mismas fotos desde cada uno de ellos. :-))

Allí te puedes quedar el tiempo que quieras, lo mismo que por el resto de la isla. Como, aparte de ver la Estatua, la isla no ofrece nada más, nos cogimos el ferry de vuelta, que aún nos quedaba mucho Nueva York por ver. El ferry para en Ellis Island, pero pasamos de largo (no tienes ni que bajarte), y seguido nos llevó al punto de partida, en la parte baja de Manhattan.

De allí, fuimos a visitar la zona cero, el lugar donde estaban las Torres Gemelas. Más que lo que ves (ahora parece el típico solar en obras), es todo lo que te recuerda y todo lo que significa. Paso de largo sobre esto, porque todos nos acordamos y lo tenemos presente.

Lo que hicimos fue rodear la zona por la parte del World Financial Center, un centro financiero pegado a lo que fue el World Trade Center y desde el que hay unos ventanales enormes sobre la zona cero.

Continuamos nuestro camino y, con un poco de hambre ya, nos dirigimos a Chinatown. En Canal Street hay decenas y decenas de puestos de bisutería, pañuelos, zapatos, bolsos... Podría recordar a los mercadillos de los pueblos en verano, pero esto es a lo grande, en todo un barrio y en chino. :-) Nos acordamos de mi madre, que lo gozará cuando visite pronto Nueva York.

Pegados a Chinatown están el Soho y Little Italy. En una zona intermedia (yo diría que más bien Soho, pero no estoy seguro), nos paramos en una zapatería a comprar Crocs, las zapatillas de goma que lleva todo el mundo y que, la verdad sea dicha, son muy cómodas. Con nuestras Crocs en los pies, seguimos camino en busca de un sitio para comer.

Paramos en un restaurante italiano con terracita en la calle. Fue un acierto por la comida, pero, sobre todo, por lo que pudimos presenciar: justo en el límite de Little Italy, pasó una procesión religiosa, que al principio pensamos que era un carnaval. Detrás de un coche de policía que iba abriendo el paso, iba una charanga de unas veinte personas tocando la música de Rocky (la película), detrás venía una imagen de la Virgen, detrás un cura, con su casulla, portando una Sagrada Forma, detrás una imagen del Sagrado Corazon, todo forrado de billetes (de dinero) y finalmente unas cincuenta personas en procesión. Increíble.

El tiempo, que había aguantado todo el día, nos terminó fallando a media tarde y se puso a llover. Estábamos cansados de toda la mañana de ajetreo, así que nos volvimos a Times Square, la zona del hotel. Estuvimos dando una vuelta por allí (mi santo, mirando tiendas de Crocs porque las que había comprado en el Soho no le terminaban de convencer) y compramos algo de cenar para comer en la habitación.

Al día siguiente cogeríamos el coche en Hertz y saldríamos para las cataratas del Niágara, con lo que dejo enlazada la historia del viaje.

zarevitz | 01:01   ||  
  • Comentario de Anonymous Anónimo | 1/9/07 20:29

    Me ha gustado lo del mercadillo. Espero que hayais cogido bien la dirección para cuando me invites a Nueva York. ¿
    te acuerdas del trato?.
    no sé como serán las zapatillas de goma, pero la primera vez que las ví fue en el sanatorio de Cruces, las llevaban todos los médicos y enfermeras. De todas formas, te diré que ha sido el calzado estrella de Guardamar. Allí costaban 5 €.
    No se lo que os habrá costado a vosotros. Os diré que ésto está escrito desde Getxo- Estamos cerca de Castro. Todavía no hemos llegado a casa. Bsssss.

     
  • Comentario de Anonymous Anónimo | 2/9/07 00:27

    oye, que para ver "la pequeña Italia" hay que ver "El Padrino III", la escena de la procesión de la Virgen y a Andy Garcia a caballo. Bueno la verdad es que hay que ver la trilogía . by by by

     
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